viernes, 20 de mayo de 2011

Potes.

Situada en el suroeste de Cantabria, a 117 Km. de Santander, tiene el privilegio de estar al pie de los Picos de Europa, y en el centro de la depresión que constituye el valle de Liébana, donde confluyen los cuatro valles de la comarca, de la que es capital y centro cultural y comercial.

Está situada en una de las zonas más agrestes y espectaculares de Cantabria, tanto por su riqueza paisajística y natural como por su valor artístico.

Si hablamos de la gastronomía de la zona seguro que nos apetece deleitarnos con los alimentos típicos de la comarca, como las alubias con chorizo, el cocido, las setas de temporada, el cordero asado, las truchas y los quesos. Nos compensarán seguro.

Además los lunes hay un atractivo mercado, y seguro que no nos podremos resistir a sus tentaciones como el queso Picón de Tresviso y ahumado de Áliva, o bebidas como el orujo lebaniego y vino tostadillo.

Esta claro que el visitante que llegue a la villa, si quiere reponer fuerzas, disfrutará de una cocina tradicional muy variada, con productos de primera calidad.

En esta bella villa, donde se respira historia y tradición, podemos disfrutar de preciosos ejemplos de arquitectura rural en sus calles porticadas, destacando el conjunto monumental de la Puebla Vieja de Potes (declarada Conjunto Histórico Artístico), y la Torre del Infantado (siglo XV),que es el edificio más simbólico de Potes, y uno de los más destacados de Cantabria, y que en la actualidad se encuentra el Ayuntamiento. Después podemos pasear por las bonitas calles empedradas del Barrio de la Solana y del Sol, marcadas por sus casas señoriales.

En la plaza de la villa nos encontramos con un monumento, en piedra y bronce que recuerda a Jesús de Monasterio, ilustre violinista nacido en la localidad.

Desde Potes es muy recomendable acceder al paraje en que se asienta el monasterio mozárabe de Santo Toribio de Liébana (siglo VIII), principal foco monástico durante el medievo en las comarcas occidentales de Cantabria. Se encuentra en medio de los espesos robledales del monte de La Viorna. En su contorno se dispersan una serie de ermitas más o menos bien conservadas, entre ellas la de la Luz, donde se encuentra un mirador sobre el macizo de Andara.

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